Cinemorelia

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Por Demetrio olivo
(Contenido altamente revelador, leer con discreción)

Joker


Hasta hoy, todo fueron lloviznas. La primera y genuina tormenta de verano se llama “Dark knight”.


El director norteamericano Christopher Nolan nos ofrece su segunda película dedicada a Batman y hay motivos para celebrar al personaje de historieta que mejor ha sabido transformarse y saltar con éxito a nuestro milenio, procedente de un cómic de los años cincuenta.
Desde su primer tratamiento para Batman en 2005, con “Batman inicia”, Nolan nos había ofrecido intensidad. ¿La clave? Honestidad para plantearnos emociones y conflictos reales.
Las expectativas eran altas para esta segunda entrega y “Dark Knight” no decepciona. Mantiene en pie el sentido del personaje en una historia mucho más sombría y agridulce. Eso es lo importante. Por lo demás, sobresalen como atractivo los diseños de producción, los combates y los efectos visuales.

La anécdota
Un año después de los acontecimientos narrados en “Batman inicia”, tras la caída del poderoso gángster Carmine Falcone, los delincuentes de Ciudad Gótica han tratado de reorganizarse para controlar la ciudad, pero esta lucha en los bajos fondos ha sido infructuosa. Los pocos jefes de la mafia que quedan se han sometido a las órdenes de un personaje misterioso, que los ha ido matando de uno a uno y que resulta ser El Guasón.
Mientras, Batman y el teniente James Gordon mantienen en pie su cruzada contra el crimen, ahora respaldados por el nuevo fiscal de Distrito, Harvey Dent, cuyas mejores armas son su diplomacia y su irresistible personalidad.
Pero las cosas también se complican para ellos con la aparición de El Guasón. Y cuando el villano se enfrenta a Batman, los dos se trenzan en una lucha que muy pronto se vuelve enfermizamente personal.
El Guasón presiona a Batman y lo confronta con todos sus principios. También lo desafía a mejorar su tecnología para detenerlo. Ambos han descubierto que uno es el reflejo del otro y viceversa. Los mueve el odio natural que sentimos hacia todo aquello que nos repugna pero que reconocemos nuestro. Este axioma conducirá a un desenlace desgarrador (“¡No quiero matarte! Tú me completas”).
A su vez, en una sub trama muy activa, un triángulo amoroso se desarrolla entre el millonario Bruce Wayne, la abogada Rachel Dawes y el fiscal de distrito Harvey Dent.

Seres crepusculares
Lo más cautivador de “Dark Knight” es que todos los personajes de esta película son crepusculares. Tienen zonas de penumbra y podemos ver cuánto les cuesta luchar contra ellas.
Algunos van a terminar devorados por su propia oscuridad, como el fiscal de distrito Harvey Dent (Aaron Eckhart, soberbio), quien comienza como un paladín de la justicia pero acaba como el villano “Dos Caras”. Su metamorfosis se opera con un ritmo ominoso y espeluznante a lo largo del filme, pero su caída definitiva se precipita con la muerte de otro protagonista.
Otros personajes sobrellevan duras responsabilidades, como el benévolo Alfred (Michael Caine, investido de calurosa dignidad); el mayordomo de la mansión Wayne guarda un secreto que podría destruir a Batman, socavando el espíritu del héroe.
En el caso de Lucius Fox (Morgan Freeman, con su tono habitual de discreto y sabio “sensei”), sigue fabricando maravillosos artilugios para Batman –¡espérense a ver ese “Batipod”!–, pero también va notando que su trabajo entra en conflicto con sus principios.
Otro personaje, Rachel Dawes (la batalladora Maggie Gyllenhaal en reemplazo de la dulce Katie Holmes) se fractura trágicamente entre dos pasiones: su devoción hacia Bruce Wayne, con quien comparte sus recuerdos de infancia y el conocimiento de su identidad secreta, y la atracción que le despierta el cautivador Harvey Dent, que como inflexible fiscal resulta el aliado y compañero natural de la abogada.
En este anecdotario de conflictos íntimos, el único personaje absolutamente transparente de la historia es el teniente Jim Gordon (Gary Oldman, sin desperdicio), pero al ser el último “buen policía” de Ciudad Gótica se convierte en uno de los blancos principales de El Guasón.

Memorables protagónicos
La circunstancia de los personajes secundarios acentúa la situación de los dos protagónicos. Batman y el Guasón se debaten y se disuelven, cada uno, en sus propios matices de gris.
El actor Christian Bale le da al héroe la mixtura precisa entre fuerza y desamparo. Es un personaje poderoso, pero también vulnerable. Su soledad, las responsabilidades que se ha impuesto y su complicado mundo interior son los goznes que lo amenazan trágicamente.
Porque Batman es un cruzado. Es un caballero andante. Pero un caballero perdido.
Una parte de él ama intensamente a Rachel porque alcanza a intuir que ella (su dama, su “lady”, su princesa) es la única presencia que puede devolverlo al mundo de las personas, de la gente a la que protege, pero de la que está tan lejos.
Christian Bale transmite todo esto. Y al verlo uno sólo puede pensar en Al Pacino y su personaje de Michael Corleone, con toda su ilusión y su desolación en el “Padrino II” (Coppola, 1974).
En cuanto al Guasón (Heath Ledger, cuya actuación es el mejor epitafio), nos obsequia una memorable estampa de anarquía en estado puro.
Por ejemplo, se entrega a planear y emprender un robo bancario increíblemente organizado, y lo hace como si se tratara de su videojuego privado. Por cierto, el director Nolan filmó esta y otras tres secuencias espectaculares especialmente para quienes puedan ver la película en cines con pantalla IMAX (los demás, ni modo).
Muy sombrío, Ledger consigue una notable caracterización de tipo naturalista y sin ninguna máscara o artilugio: sólo el rostro cubierto de mohoso maquillaje blanco y el violento, demencial trazo rojo que es, a la vez, cicatriz y sonrisa.
Un rasgo insólito y refinado es la pasión de el Guasón por el uso de armas blancas. A la hora de matar, prefiere el cuchillo a las armas de fuego “para saborear el momento”.

Poder y corrupción
Si en “Batman inicia” el gran tema era el del miedo: el de cómo nos esclaviza y cómo podemos aprender a derrotarlo (“¿Por qué nos caemos? Para aprender a levantarnos”), el tema de “Dark Knight” es el Poder y su doble cara como redención o como pesadilla.
Anecdóticamente, el fiscal Harvey Dent, en su camino hacia las sombras, encarna esta premisa. Él representa a un brillante “hombre público”. No es un mero vigilante, como Batman, sino el exitoso héroe que imparte justicia para sanear la vida de la ciudad. Todos los reflectores caen sobre su cautivadora sonrisa, pero ninguno de ellos alcanza a atisbar al monstruo que se está incubando en la penumbra.
Paradójicamente, Harvey será víctima de sus propias palabras. En algún momento le había dicho al personaje del actor Christian Bale: “Usted debe morir como un héroe… o vivirá lo suficiente para ver cómo se convierte en un villano”.
En cuanto a Batman y el Guasón, el asunto del poder y su capacidad para corromper es el meollo de su duelo.
“Yo elijo el caos”, le dice Guasón a Batman en uno de los momentos claves de la película, y estas palabras resumen cuanto está en juego en el espíritu de nuestro caballero. El Guasón desafía a Batman porque quiere que el Hombre Murciélago también se entregue al caos. Y para lograrlo necesita orillarlo a los extremos, para que Batman se olvide que debajo de su máscara y de sus juguetes hay un ser humano. El villano de esta película –y esto es lo espeluznante– sabe muy bien que es precisamente eso, nuestra humanidad, lo que perdemos cuando estamos demasiado ocupados planeando cómo ganar el poder, cómo destruir, y no solamente vencer, a un adversario.
Cine adulto, cine épico, en “Dark Knight”, la conciencia está en guerra con sus propias sombras. La belleza tiene el sabor de una pesadilla… y aún así permanece hermosa.

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